Parece mentira, pero ya han pasado 25 años desde que se estrenó la que, en mi muy particular opinión, es una de las mejores películas de Ciencia Ficción de todos los tiempos, de los pasados y de los que han de pasar.
Era el otoño de 1982, cuando el anuncio del cartel de la película apareció en los diarios de la época, con una gran imagen de Harrison Ford sobre el fondo de la futurística ciudad de Los Ángeles. Esta imagen y el nombre de su protagonista que se convertían en el principal reclamo de una película a la que mayoritariamente acudíamos jovenes entusiastas del género.
No sabía de qué trataba y aún no me podía imaginar lo que iba a presenciar, pero tenía la certeza de que me iba a gustar. No en vano, "Indiana Jones" era uno de mis actores favoritos, y cualquier película donde saliera tenía que ser buena a la fuerza. Así que me fui al cine una tranquila tarde de sábado yo solo, puesto que el cine me encanta y qué mejor forma que disfrutar de una buena proyección.
Tras unos títulos de créditos soportados por los golpes de efecto de su banda sonora, se mostró ante nosotros un universo visual que no habíamos visto hasta el momento. Una concepción del futuro cercano que fue capaz (por lo menos en mi caso) de pegarme al asiento durante las dos horas de película que duraba la cinta.
La tercera película de
Ridley Scott colocaba a este director británico venido del mundo de publicidad como uno de los creadores más innovadores en lo que al diseño de producción se refiere. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y todos sabemos que el cine es imagen en movimiento capaz de contar una historia. Es muy difícil contar una historia en imágenes y que ésta tenga la suficiente fuerza para enganchar al espectador, pero si se encadena la narración y se aportan los elementos visuales en la forma idónea, se puede llegar a conseguir.
Eso es lo que en mi opinión había conseguido
Blade Runner en el momento en que salí del cine. Las imágenes que acababa de ver, seguían repitiéndose con fuerza en mi retina y los ecos de la historia seguían dándome vueltas en la cabeza.
A pesar de la opinión de todos aquellos a los que nos había entusiasmado la película, el público, la crítica de la época y varias revistas especializadas, no fueron muy receptivos ante la propuesta de
Scott. De todo lo que leí, me quedaré con un titular que decía: “
¿Cómo una película del director de Alien, una historia de Philip K Dick, y que copia a Moebius, puede estar vacía?”
. Aún estoy preguntándome que fue lo que no les gustó.
A partir de ese momento,
Blade Runner se convirtió en una de mis películas favoritas de todos los tiempos (quizás mi favorita) que, siempre que tenía ocasión, revisionaba en aquellos cines en que periódicamente se reponía. Se convirtió en la película que más veces había ido al cine a ver. Recuerdo especialmente una proyección en un cine de Washington D. C. (USA), uno de los pocos que aún quedaban con pantalla gigante en curva para proyecciones de 70 mm (pongamos unos 7 metros de altura de pantalla y donde se perdía la vista hacia los extremos de la misma); en una sala así, la experiencia visual se multiplicaba por mil.
A medida que iba pasando el tiempo, fue cuando comencé a profundizar más en los otros aspectos de la película, los aspectos formales que más podían interesarme de una producción como aquella. Mi predilección por lo visual, hizo que buscase al responsable de la concepción de aquel futuro imperfecto:
Syd Mead. Uno de los artistas más rompedores y que ha marcado escuela en el diseño actual. Son numerosas las ilustraciones que podamos haber visto y las participaciones como diseñador en películas (
TRON,
Aliens), además de otros proyectos de más envergadura. Por otro lado,
Douglas Trumbull, responsable de efectos visuales, con una fama que le precede desde la ya mítica
2001: Una Odisea en el Espacio. Y no nos olvidemos de la música de la película, parte fundamental de la narración y que nos acompaña durante toda la proyección; la obra de
Vangelis, como casi toda su música para el cine, es de aquellas que todo el mundo reconoce con sólo escucharla.
Es curiosa la evolución de la cinta, que desde su fallido estreno en cine, pasó a convertirse en una cinta de culto a raíz de su edición en vídeo (en la época en que se recortaba el formato para adaptar las películas a las estrechas mentes de los televidentes) y que con el tiempo ha venido a ocupar el sitio que le corresponde entre las mejores y más influyentes películas de
Ciencia Ficción de todos los tiempos.
No en vano, a los 25 años de su estreno, su perfeccionista director ha vuelto al trabajo sobre la obra, y no contento con lo hecho hace unos años al realizar su montaje de la película, acaba de estrenar en Venecia la que esperemos sea su visión definitiva. Se han rodado algunas escenas para arreglar ciertos detalles de continuidad (problemas de presupuesto y algunas prisas, como la escena del retiro de la replicante
Zhora) y retocado los efectos especiales (son sonadas las escenas donde se veían los cables del vehículo policial) puesto que a estas alturas, poco más se puede añadir. No voy a ser yo quien enumere todos los fallos de la película, pero podéis ir sobre la
siguiente dirección para ver cuantos fallos han encontrado los espectadores.
También resultan muy curiosas las múltiples lecturas que se podrían hacer en base a todas las anécdotas del rodaje de una película que para nada fue fácil.
¿Y qué podríamos decir del reparto de la película? Parece que, a excepción de Harrison Ford, ninguno de los restantes actores ha conseguido levantar cabeza después del rodaje, encasillados en películas de serie B o en series de televisión. Parece que esta obra maestra, llevaba consigo algún tipo de maldición.
No me imagino como puede hacerse una película tan buena sabiendo como transcurrió el rodaje, lleno de tensiones entre los actores y los técnicos con el director, algo así como un ambiente de guerra fría. Si al ya de por sí compulsivamente perfeccionista Ridley Scott unimos el que es británico (por todo aquello de la flema), obtenemos una personalidad desquiciante; no en vano son muy conocidas las discusiones entre él y Harrison Ford. Y cómo este último podía rodar sus escenas con Sean Young, a la que no podía soportar.
Para éstas y otras curiosidades, os recomiendo sólo dos páginas, ésta y esta otra, donde podéis encontrar con todo lujo de detalles los aspectos más importantes sobre esta producción. Prestad especial atención a los enlaces (muchos de ellos en inglés) donde podréis encontrar todo aquello que os gustaría saber sobre esta película. Creo que podréis encontrar todas las páginas que me gustan sobre el tema; así me ahorro el tener que citarlas, porque sería larguísima la lista.
Después de 25 años, aún quedan más sorpresas, puesto que Blade Runner ha vuelto a los cines de los USA en Octubre de este año 2007 en la que esperemos sea ya la versión final del director, y para todos los que somos seguidores, en Diciembre saldrá a la venta la edición en DVD con todos los montajes que se han hecho de la película (la versión USA, la versión europea, el montaje del director y por fin, el montaje final).
Es, en definitiva, una de esas películas que ha sido capaz de influir en las producciones realizadas a posteriori, como una marca de la casa que de un modo u otro influye en otros creadores y que al ver sus creaciones, siempre nos recuerda las atmósferas creadas por Scott: ciudades oscuras, ambientes cargados, iluminaciones neblinosas, y como no, una lluvia incesante que no para de caer…
Me gustaría terminar estas impresiones con una de las frases del replicante Roy justo antes de terminar su papel, una de esas frases que todo el mundo recuerda y que improvisó Rutger Hauer para no tener que soltarse todo el texto inicial escrito por los guionistas, pero que ha quedado marcada en nuestra mente “…todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia”.
Creo que Blade Runner no se perderá bajo la lluvia.